El papa Francisco llama a una “conversión ecológica”
El pontífice acompañó su mensaje de cuidado para el medio ambiente con el análisis de un panorama difícil y violento en el mundo.
“La paz es un bien precioso, objeto de nuestra esperanza al cual aspira toda la humanidad y que ahora nos debe llevar también a la conversión ecológica”, afirmó el Papa en el mensaje de la Jornada Mundial de la Paz de 2020. Sin embargo, también analizó: “Nuestra comunidad humana lleva en la memoria y en la carne los signos de las guerras y los conflictos que se han sucedido con creciente capacidad destructiva y que no cesan de golpear especialmente a los más pobres y a los más débiles”.
Francisco describió en este primer día de 2020 un panorama difícil y violento de la situación actual en el mundo. “También enteras naciones tratan con dificultad de liberarse de las cadenas de la explotación y la corrupción, que alimentan odio y violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos les son negadas la dignidad, la integridad física, la libertad –comprendida la libertad religiosa-, la solidaridad comunitaria y la esperanza en el futuro”, señala el mensaje.
Jorge Bergoglio destacó que “tantas víctimas inocentes se encuentran con que deben no solo llevar el drama de la humillación y de la exclusión, del luto y la injusticia, sino también los traumas derivados de la persecución sistemática contra sus pueblos y sus seres queridos.
El Papa afirmó que “la guerra comienza con frecuencia con la agresión a la diversidad del otro, que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio”.
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“Nace del corazón del hombre, el egoísmo y la soberbia, del odio que induce a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y cancelarlo. La guerra se nutre de perversión de la relaciones, de ambiciones hegemónicas, de abusos de poder, de miedo del otro y de la diferencia vista como obstáculo”, expresó.
Francisco recordó su reciente viaje a Japón, víctima a finales de la Segunda Guerra Mundial, en agosto de 1945, de las dos primeras bombas atómicas que arrasaron a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Bergoglio señaló en el mensaje “que nuestro mundo vive la dicotomía perversa de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz sobre la base de una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza que termina por envenenar la relación entre los pueblos e impedir todo posible diálogo”.
El Papa argentino insistió con que “la paz y la estabilidad internacionales son incompatibles con cualquier intento de construir sobre el miedo de la recíproca destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total. La paz y la estabilidad son posibles solo a partir de una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro modelado por la interdependencia y la corresponsabilidad en la entera familia humana de hoy y de mañana”.
Jorge Bergoglio enfatizó que “no podemos pretender de mantener la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación total en un equilibrio cada vez más inestable, suspendido al borde de la catástrofe nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, donde se toman decisiones socioeconómicas que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y del creado, en lugar de custodiarnos los unos a los otros”.
Un punto central del mensaje de paz de la Iglesia en 2020 es que la paz “es el camino de conversión ecológica”. “Si una mala comprensión de nuestros principios nos ha llevado a veces a justificar el abuso de la naturaleza y el dominio despótico del ser humano sobre el creado, como creyentes podemos reconocer que en tal modo hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que tendríamos que haber custodiado”.
“Tenemos necesidad de una conversión ecológica”, afirmó también Francisco.
“El reciente Sínodo de la Amazonia nos estimula a dirigir en modo renovado el llamado a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre la experiencia y la esperanza”.
El Papa escribió en su mensaje que “de aquí parten motivaciones profundas y un nuevo modo de habitar la casa común, de estar presentes los unos y los otros con sus propias diversidades, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparnos de condiciones y modelos de sociedad que favorezcan el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de desarrollar el bien común de la entera familia humana.”
Bergoglio auspicia una conversión ecológica “que nos conduce a una nueva mirada sobre la vida considerando la generosidad del Creador que nos ha donado la Tierra y que nos reclama la feliz sobriedad de compartir. Esta conversión debe ser entendida en manera integral, como una transformación de las relaciones entre todos los seres vivientes”.